lunes, 4 de junio de 2007

Medios y libertades


Marco Antonio Cortés

La libertad de opinión y de expresión debe ser irrestricta. Es mejor que haya excesos en su ejercicio, que la existencia de controles, cuya justificación es difícil de encontrar y cuyos alcances o limitaciones resultan casi imposibles de establecer de manera inequívoca. Esa libertad es un derecho ciudadano, garantizado por la Constitución. Se supone entonces que todos debemos estar en posibilidades de ejercerlo.

2. Pero la bandera fundamental de la democracia, en la que anudan todas las demás, es la libertad de elegir. Por eso la modernidad liberal ha establecido un vínculo estrecho entre libertad de mercado, libertades políticas y ciudadanía plena. A ese rasgo liberal, la democracia moderna le agrega el principio social de la igualdad. Socialmente, su soporte es la expansión de las clases medias. La existencia de privilegios ilegítimos equivale a su negación.

3. En una sociedad moderna, la libertad de expresión está ligada irremediablemente a los medios de comunicación, impresos y electrónicos. Los medios son un vehículo para esa libertad y la hacen posible.

4. El poder político, suele ser un verdadero un peligro contra la libertad de expresión. Aunque la tentación de acallar a la crítica y silenciar a los medios no es exclusiva de Hugo Chávez. El mismísimo Vicente Fox, en un arranque de franqueza, confesó que sus consejeros le recomendaron proceder de similar manera. Pero el poder del Estado no es el único peligro de aquella libertad. Al cobijo de los medios florecen poderosos intereses económicos y poderes fácticos desproporcionados. En este tenor, los medios mismos pueden convertirse en una peligrosa amenaza para la libertad de expresión, porque pueden manipularla, distorsionarla y hasta conculcarla.

5. La existencia de oligopolios y monopolios mediáticos limita la democracia y la amenaza por principio. Ellos conculcan el derecho de igualdad en materia de información; contravienen la libertad de elegir al eliminar opciones competitivas, y finalmente constriñen la libertad que tiene una sociedad de expresarse, porque reprimen, en los hechos, la riqueza y diversidad de puntos de vista existentes en su seno.

6. En México, el principal enemigo de la libertad de expresión no es el gobierno. Tampoco un sector de la izquierda perredista, que gustosa emularía, si pudiera, a Hugo Chávez. Hoy por hoy el principal adversario de esta libertad lo constituye el duopolio televisivo y la ley que diseñaron a modo, con el fin de perpetuar sus privilegios y mantener el control desmesurado que ejercen en el ámbito del mercado y el consumo mediático.

7. La Suprema Corte puede echar atrás una ley abusiva (la ley Televisa), enmendar el entreguismo de los diputados y abrir camino para el fortalecimiento de derechos y libertades, ampliar la oferta y expandir el derecho a decidir y expresarse. A los mexicanos Hugo Chávez debería tenernos sin cuidado. Televisa y TV Azteca, no.

macortes@milenio.com

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