miércoles, 2 de mayo de 2007

¡Ya paren a Fox!


Javier Hurtado

El protagonismo e irresponsabilidad de Vicente Fox no tiene límites. Sus actos y declaraciones, más que parecer fruto de su escasa cultura y limitada capacidad intelectual, sugieren una acción deliberada con el objetivo manifiesto de causarle problemas al País y al Presidente Calderón. Su incontinencia verbal lo ha llevado a entrometerse tanto en asuntos de política interior como exterior, con un desparpajo e impunidad sin precedentes en la historia reciente de México: "soy un ciudadano privado y el Presidente Calderón, una institución aparte. No veo por qué mi labor a favor de la democracia, en países como Venezuela, pueda afectar al Gobierno de México", habría así justificado su reciente ocurrencia de irse desde su rancho a caballo para "defender" a ese país del Gobierno dictatorial de Hugo Chávez.

Si bien es cierto que el ex Presidente es poseedor de una personalidad locuaz y desbordada, también lo es que él mejor que nadie sabe las consecuencias que le puede causar a su sucesor en el cargo con sus declaraciones. Vamos, por más extrovertido que sea, seguramente que a él no le hubiera gustado que Ernesto Zedillo se la pasara emitiendo, sin ton ni son, declaraciones sobre asuntos oficiales, tanto domésticos como internacionales.

Es cierto que la Constitución de la República otorga a todos los mexicanos garantías para la libre expresión de las ideas. Sin embargo, el mismo artículo sexto constitucional establece las restricciones a las que estará sujeto dicho ejercicio. Y, de entre las cuatro limitantes ahí contenidas para el caso de que esta libertad pueda ser objeto de alguna inquisición judicial o administrativa, una de ellas es que "perturbe el orden público". En esto, punto esencial sería determinar si los problemas internos y externos que Vicente Fox le causa al Gobierno de la República son o no perturbadores del orden público. Como quiera que sea, si algo es cierto, es que existe un gran vacío en la legislación penal federal, pues ésta sólo consigna los delitos cometidos por los servidores públicos en activo, pero no enumera uno solo de los que pudieran cometer ex servidores públicos (por ejemplo, por el uso de la información privilegiada a la que tuvieron acceso o por provocar deliberadamente desestabilización política en el País), quienes disfrutan de un limbo jurídico o una abierta impunidad. Éste es el caso de Vicente Fox.

En 1935, Plutarco Elías Calles había anunciado su retiro de la política nacional, y, al igual que Fox, no cumplió. El 11 de junio de ese mismo año, ante un grupo de senadores que acudió a su casa para entrevistarlo y presentarle sus parabienes, pronunció unas declaraciones sumamente críticas y amenazadoras sobre la política obrera del General Lázaro Cárdenas. Ante esto, y después de meses de agitación política, el 10 de abril de 1936, el sonorense fue conducido al campo aéreo para ser expulsado del País. El General Lázaro Cárdenas justificó ante la Nación este hecho con un mensaje que pronunció en Palacio Nacional, que, en su parte conducente, sostenía: "... estimo que las circunstancias reclamaban, por imperativo de salud pública, la inmediata salida del territorio nacional de los señores General Plutarco Elías Calles, Luis N. Morones, Luis L. León y Melchor Ortega".

Efectivamente, lo anterior fue un típico acto de autoritarismo que vino a marcar el nacimiento del viejo presidencialismo mexicano. Sin embargo, la democracia y la libertad también deben tener reglas, ya que de lo contrario lo que se prohija es la anarquía o el libertinaje. Ya el líder del grupo parlamentario del PRI en la Cámara de Diputados exigió que Calderón le ponga un "¡ya basta!" a Vicente Fox para obligarlo a "dedicarse a lo que él dijo y no está cumpliendo: irse a su rancho y permanecer ahí con la señora Marta". No hay que olvidar que por bien de la institución presidencial, en otras épocas, otros ex Presidentes también han sido forzados a abandonar el País. Ahí están los casos de Díaz Ordaz, Luis Echeverría y Carlos Salinas.

No puede resultar creíble que Fox no se dé cuenta de los problemas que le causa al actual Presidente y al País. De ser así, necesitaría atención siquiátrica o reclusión hospitalaria. No, todo indica que su comportamiento es deliberado, y que lo único que pretende es crearse una aureola de mártir o perseguido político para que, en caso de que se le investigue o procese por las irregularidades o delitos que pudiera haber cometido durante el periodo de su encargo, entonces se diga que se le castiga por las opiniones que expresa como ex Presidente y no por sus actos u omisiones como Presidente. Es decir, Fox es un auténtico luchador de la libertad. Sí, pero de su libertad personal. Defensor de la democracia también lo es, pero de una democracia entendida a su modo, es decir: como la intervención descarada e impune en todo asunto que se le ocurra.

En verdad resulta ridículo imaginar a Fox cabalgando en su caballo hasta Venezuela. ¿Quién se cree?: ¿el Quijote de la Mancha de la política contemporánea, el nuevo Simón Bolívar de Latinoamérica, o el Che Guevara de la derecha internacional? Esto, más que realidad, parece caricatura, y es de dar risa. Sin embargo, es compatible con su objetivo de crearse una imagen de mártir o perseguido político, antes que de delincuente.


http://www.mural.com/editoriales/nacional/735070/

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