lunes, 21 de mayo de 2007

El botín América Latina

Marco Antonio Cortés

Cuando miraba al Sur, los excesos verbales y los dislates discursivos de Vicente Fox no siempre carecieron de razones o justificación política, si bien la mayoría de las veces fueron exabruptos nacidos de la imprudencia y la vanagloria más burda. Lo mismo puede decirse de los excesos declarativos y las bravatas de Hugo Chávez: algo quiere el venezolano y su boca suelta es el instrumento, desde el Sur, de una causa política relevante. El PAN, por otra parte, apuesta sus canicas internacionales en la región a favor de la organización de partidos demócrata cristianos de América Latina, y buscará intervenir en los asuntos internos de los países que la componen, mientras que el movimiento chavista se expande por distintos países y genera adeptos en sectores importantes de la izquierda radical en todos ellos. Las anteriores no son escaramuzas circunstanciales, ni fruto de los puros caprichos de la derecha cristiana o de la izquierda populista. Lo que al parecer estamos atestiguando es una verdadera batalla por América Latina, protagonizada por ambas expresiones políticas, con Estados unidos como el primer interesado de lo que pase. Geográficamente, México es la base desde la cual la ofensiva de la derecha se expande hacia el resto de América Latina, mientras que Venezuela es la base desde la cual la izquierda chavista se lanza a la conquista del subcontinente.

Para decirlo de una buena vez, ninguno de los bandos confrontados representa la mejor opción para los países latinoamericanos. Si bien no carecen de banderas aceptables (la disciplina fiscal y la apertura comercial en el caso de esa derecha, o el énfasis en la justicia social y el combate a la segregación por parte de esa izquierda), ninguna de ellas parece ofrecer la mejor alternativa ni el camino más deseable en el futuro. Sin duda hay expresiones de la derecha más inteligentes que Vicente Fox o Manuel Espino (donde incluso Calderón es una de ellas), como hay opciones, en la izquierda, no vetustas y furibundas como Fidel Castro y Hugo Chávez (empezando con Lula da Silva), por lo que el alineamiento que pareciera ocurrir alrededor de Chávez por un lado, o de Fox-Espino por el otro, es una verdadera pérdida de tiempo. Como pérdida de tiempo fue aquél desafortunado debate de Calderón con Lula, en Davos, donde el mexicano se vio ingenuo y más que nada desorientado.

Si América Latina enfrenta ahora una verdadera encrucijada entre izquierda y derecha (el centro como referente principal se esfumó en el pasado reciente), más nos valdría que el protagonismo de los Chávez y los Fox-Espino empezara a diluirse también. De lado de la derecha, el propio Felipe Calderón podría empezar a delinear una alternativa inteligente, que dialogue con y valore bien las posiciones y demandas de la izquierda. Por el lado de la izquierda, alguien como Lula Da Silva podría empezar a construir una fuerza no chavista que convoque a la izquierda menos torpe y dogmática y dialogue constructivamente con las posiciones y demandas de la derecha inteligente. Éste es el mismo dilema que enfrenta México, más cuando la derecha y la izquierda lograron convocar, cada uno por su parte, casi exactamente el mismo número de los electores mexicanos. Si Calderón puede ser la figura de la derecha, falta ver quién podría serlo por la izquierda. Agarrará la onda López Obrador? O de plano habrá que buscar en otra parte?

macortes@milenio.com

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