miércoles, 18 de julio de 2007

Sistema de botín


Javier Hurtado

Con la sabiduría y elocuencia que le caracterizaba, decía don Manuel Rodríguez Lapuente —y decía bien— que las disputas por el poder en la política eran, más que nada, manifestación de un problema de desempleo: “para esas gentes el problema en el fondo es de sobrevivencia: dado que muchos políticos no saben hacer nada, entonces se pelean por los ‘huesos’. No es que estén disputándose proyectos políticos. Por lo que están luchando es por chambas”.

Y, quién fuera a decir que años después, ya en la época de la alternancia partidaria y de la instauración de la “democracia” en nuestro Estado, la situación siguiera dándose y en forma más álgida: hace unos cuantos días trascendió que el Gobernador de Jalisco no acudió a una fiesta preparada para celebrar el resultado electoral del 2 de julio del año pasado, porque iba a hacérsele ahí una supuesta “emboscada”, a partir de que los dirigentes municipales de su partido lo increparían por estar corriendo a panistas de las dependencias del Poder Ejecutivo, para darle empleo a militantes de otros partidos. En este asunto, tanto en el Gobernador como en su partido existe molestia: en el primero, por la supuesta “extorsión” de que es objeto por los principales líderes de su partido para entregar empleos públicos; mientras que, en líderes estatales y municipales de su partido, por la forma en que supuestamente se están repartiendo las plazas de trabajo en el Gobierno del Estado.

Ciertamente, la disputa por los empleos y cargos en el Gobierno del Estado es una de las formas como se expresa la disputa política entre el actual titular del Ejecutivo del Estado y el anterior. Sin embargo, no debe perderse de vista que la importancia de los empleos tiene que ver precisamente con que desde ahí se manejan recursos y se compran lealtades que a la postre resultan claves en cualquier decisión o elección política. Lo que está en juego no son proyectos diferentes, sino simple y sencillamente ambición y afán de control político sobre recursos financieros, humanos y materiales. Es, como decía Rodríguez Lapuente, un problema de sobrevivencia ya no sólo biológica, sino también económica y política.

En verdad resulta lamentable que nuestro Estado esté empezando a reproducir las prácticas que a principios del siglo 19 implantara en Estados Unidos su entonces Presidente Adrew Jackson, cuando instauró el spoils system, o sistema de despojos o de reparto del botín, que ponía todos los cargos de la Administración a disposición del partido que triunfara en las elecciones (como es de entreverse, este sistema no duró mucho tiempo, y a principios del siglo 20 empezó a ser abolido en EU).

No se requiere mucho esfuerzo para darnos cuenta de que el sistema del botín obra directamente en contra del profesionalismo, la responsabilidad, y la rendición de cuentas en los empleados y funcionarios gubernamentales. Por eso, a este sistema —sobre todo en Europa— se le ha opuesto en las Administraciones públicas el merits system, o sistema de méritos, que sobre la base de los principios de igualdad, mérito, capacidad y publicidad, realiza el reclutamiento de los empleados y funcionarios gubernamentales. Por supuesto que las ventajas de un sistema son las desventajas del otro, y que el sistema de méritos está lejos de ser un sistema perfecto o carente de riesgos: si bien, la ventaja del spoils system consistiría en el Gobierno del político o de los políticos partidistas, el del merit system puede traer como consecuencia la tiranía del burócrata y la centralización administrativa. Lo que sí está demostrado es que el sistema de méritos, no obstante su imperfección, estimula el profesionalismo, la trayectoria administrativa y la capacidad laboral de los servidores públicos.

El sistema de botín es propio de las nacientes repúblicas democráticas y su incipiente sistema de partidos. No obstante, mucho se parece al sistema de venta de cargos que prevaleció en los Estados absolutistas europeos entre los siglos 16 y 18, antes de que surgiera el Estado Moderno y los partidos políticos. Quizá un punto común entre ambos sea que los dos alientan la corrupción, así como la influencia indebida del dinero en la política.

Es lamentable que en la actualidad, en un Estado como Jalisco, con una capital que supuestamente es “del futuro”, estén implantándose estos premodernos criterios de reclutamiento político y administrativo. Lo que es peor: que los dirigentes políticos, con desparpajo, o hasta con cinismo, declaren que tienen una disputa política por los empleos públicos, suponiendo que decirlo le da un sustrato “ético” a su lucha, cuando más bien parecen delincuentes o corsarios peleándose por el botín.

Si estos “principios” prevalecen, es evidente que en Jalisco jamás podría crearse una figura como la del City Manager que existe en los Estados Unidos (que tiende a profesionalizar las administraciones locales y a separar la política de la Administración en los Gobiernos de las ciudades) y el Servicio Civil de Carrera que está en la Constitución local desde 1997, pero que a la fecha es, sigue y seguirá siendo letra muerta.

Debemos preguntarnos, ¿qué tantos de los errores, ineficiencias, irresponsabilidades e indebidas indemnizaciones que actualmente existen en la Administración estatal y en los Gobiernos municipales se deben precisamente al spoils systems que se está implantando, y a que no exista el Servicio Civil de Carrera en Jalisco?

http://www.mural.com/editoriales/nacional/381/760004/

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