lunes, 23 de abril de 2007

Spoils system


macortes@milenio.com

La trama es bastante conocida: el PAN renovará su Consejo Nacional en junio próximo y las distintas corrientes panistas se están dando con todo para llevar una mayoría de consejeros y elegir una dirección a modo. A nivel nacional el pleito es entre Espino y Calderón, y en Jalisco entre Ramírez Acuña y Emilio González Márquez. Las afiliaciones masivas, el despido de funcionarios paquistas y reparto de prebendas y cargos han estado a la orden del día. No es poco lo que está en juego: la dirigencia nacional del partido, el poder para influir en la nominación de candidatos y, por lo tanto, el acceso a numerosos cargos y posiciones de gobierno. ¿Cómo explicar la virulencia con la que se están enfrentando los panistas entre sí? ¿Las ambiciones desbordadas son la principal causa de su conducta? ¿O es más decisiva la pérdida de las convicciones éticas que anteriormente movían a los panistas?

Entre todas las explicaciones posibles de los derroteros que ha tomado el proceso interno del PAN, quisiera traer a colación una que me parece sugerente. En ciencia política existe una vertiente conceptual conocida como institucionalismo, la cual sostiene que las instituciones cuentan porque, al normar las conductas de los actores políticos, las modelan y determinan. Un sistema institucional favorece ciertos comportamientos típicos, distintos a los de otro sistema de instituciones. Uno da lugar a cursos de acción diferentes al que el otro fomenta. Así que, dicho de bulto, la encarnizada batalla que tiene lugar dentro del Partido Acción Nacional, por ejemplo, tendría más que ver con ciertos rasgos de la peculiar institucionalidad política que prevalece en México que con la falta de consistencia ética de los panistas, o con sus inéditas y desbordadas ambiciones de poder.

Un elemento fundamental de dicho entramado institucional es el peculiar remedo del spoils system que tenemos en México. Esto es, un sistema en el que el triunfador en una contienda electoral se lleva todo el botín, para luego repartirlo entre sus seguidores. A ello debe sumarse el monopolio de los partidos políticos para postular candidatos a cargos de elección popular, junto con la inexistencia de un servicio civil de carrera en todos los niveles de gobierno. Esta fórmula produce, casi forzosamente y en todos los partidos políticos, luchas fraticidas como la que protagonizan actualmente los albiazules, cuya intensidad está en función de la fuerza electoral del partido y del número de cargos que está en posibilidades de conquistar. Lógico: conforme Acción Nacional ha incrementado su fuerza electoral y su capital gubernativo, se ha intensificado la lucha interna para definir a los beneficiarios del botín.

Por lo demás, como lo señaló hace cien años el sociólogo alemán Max Weber (y lo constatamos hoy los mexicanos), ese sistema produce “grandes lacras”, “partidos totalmente desprovistos de convicciones”, “programas políticos” y de gobierno confeccionados para la ocasión, administraciones públicas en manos de “inexpertos” (“sin más calificación para ello que haber sido útiles a su propio partido”), junto con mucha “corrupción” y un “despilfarro inigualable” de recursos públicos. Como dicen los gringos: ring a bell?

http://www.milenio.com/guadalajara/milenio/firma.asp?id=498720

No hay comentarios: