miércoles, 18 de abril de 2007

Alianza o contrato


Javier Hurtado

La Convocatoria del Gobernador Emilio González Márquez a formalizar, la semana próxima, la constitución de la Gran Alianza por Jalisco, más que ser "otra más de sus ocurrencias" de inicio de su Gobierno es un acto de profundo significado que nos muestra el acendrado mesianismo religioso del titular del Poder Ejecutivo estatal. Mesianismo, en el sentido original del término de origen hebreo mashiah, que significa el ungido de Dios para instaurar en la Tierra un orden basado en los principios de su religión.

Si bien nunca se ha planteado como un Mesías, la actuación del gobernante oriundo de Lagos en ocasiones parece más la de un misionero que viene a cumplir —permítaseme la redundancia— una misión, que más que ser de naturaleza humana o popular es de carácter religioso (él mismo lo decía de manera profusa en spots posteriores a su toma de posesión... "y en esta misión estoy dispuesto a sacrificar mi vida").

No obstante el significado religioso de la Gran Alianza a la que se está convocando, debe reconocerse que ésta también tiene importantes implicaciones políticas. Veamos dos de ellas:

1.- El planteamiento hecho en el sentido de "reducir la acción del Gobierno a lo que los ciudadanos y la sociedad civil no pueden alcanzar por sí mismos" (¿?) puede entenderse como un irresponsable acto anticipado de renuncia a sus obligaciones constitucionales como gobernante, lo cual puede ser sumamente peligroso: como se recordará, uno de los espejismos más graves de los procesos mexicanos de liberalización económica y democratización política fue que se pensó que el retraimiento del Estado de la economía iba a suponer una libre regulación por las fuerzas del mercado; y que en lo político los espacios de los que se retiraba o era excluido el Estado iban a ser cubiertos por la llamada sociedad civil. A final de cuentas nada de eso ocurrió y el Gobierno quedó definitivamente debilitado: en la economía los monopolios privados sustituyeron al Estado y en la política los poderes fácticos y los partidos políticos suplantaron a la sociedad civil. ¿Esto es lo que desea Emilio González para Jalisco con su Gran Alianza?

La propuesta puede sonar bonita y generar aplausos de grupos ignorantes, radicales o irresponsables. Pero un Gobernador no puede hacer del debilitamiento o "reducción" del Gobierno un discurso para ganar aplausos o apoyos. En vez de eso, lo que debe plantearse es el tamaño adecuado del aparato gubernamental y el fortalecimiento de la capacidad directiva del Gobierno en un nuevo estilo de gestión que no reproduzca los vicios del pasado. Sin embargo, ¿cómo creer en eso si en vez de la "reducción del Gobierno" lo que se ha visto es el crecimiento desmedido de las nóminas gubernamentales?

2.- Se dice que de las propuestas que hagan los 700 "líderes sociales" en las mesas de trabajo que se instalarán, posterior a la creación de la Gran Alianza, habrán de extraerse los más importantes contenidos de lo que será el Plan Estatal de Desarrollo. Si bien es cierto que debe promoverse la democracia participativa, no puede hacerse de la participación ciudadana la instancia de la que emerjan los más importantes programas y proyectos de los planes gubernamentales.

Una estrategia —si se le puede llamar así— de tal alcance subvierte al menos cuatro principios fundamentales de los procesos políticos contemporáneos: primero, el de intermediación, que juegan los partidos políticos entre la sociedad y el Gobierno; segundo, el de liderazgo, que debe caracterizar a los políticos y gobernantes (precisamente líderes son los que formulan proyectos y logran el apoyo popular en torno a ellos, y no los que le andan preguntando a la gente qué es lo que el Gobierno debe hacer?; tercero, el de debate público entre programas y proyectos durante las campañas electorales (si las campañas no son para que los líderes políticos presenten programas y proyectos ¿entonces para qué queremos campañas?); y, cuarto, el de la obligatoriedad de los partidos y candidatos para registrar una plataforma electoral (si el Gobernador está partiendo de cero, entonces que nos diga ¿para qué registró una plataforma electoral o en torno a qué propuestas conquistó el voto popular?) Por estar inmerso en estas contradicciones, insisto en que el acto de la próxima semana, más que tener sentido político tiene más bien una convicción y confirmación de carácter religioso. Por cierto, ¿por qué 700 "líderes sociales" y no 699 ó 666? ¿Significa esto un múltiplo de los 70 ancianos que fueron convocados por Moisés para asistir al banquete con el que se selló la Alianza entre Yahvé y el pueblo de Israel?

Lo que las sociedades modernas realizan son contratos sociales (o pactos políticos) y no alianzas sociales, concepto, este último, que parece una contradicción en sus propios términos: las Alianzas se dan entre un Dios y un elegido, o un pueblo; pero no con una sociedad civil (en el sentido estricto del término) que sólo puede existir cuando se dan los procesos de secularización. Además, la diferencia entre los contratos y las alianzas es que los primeros involucran promesas voluntarias para intercambiar obligaciones o bienes, mientras que en las segundas se hacen juramentos (invocando a Dios como testigo) e involucran personas y sellan lealtades. Lo de la próxima semana qué es realmente: ¿contrato o alianza?

http://www.mural.com/editoriales/nacional/730382/

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