miércoles, 22 de agosto de 2007

Tapar el sol con un dedo


Dos de los principales retos de las instituciones públicas de Educación Superior de nuestro País son la ampliación de su cobertura y la mejora continua en la calidad de sus funciones sustantivas. La Universidad de Guadalajara ha realizado importantes avances en ambos aspectos y efectuado esfuerzos dignos de los mejores reconocimientos en las dos direcciones. Pese a los hechos incontrovertibles en uno y otro caso, la creciente demanda, junto a la exigencia continua de mayores niveles de calidad, han hecho que el empeño institucional no sea siempre suficiente ante la magnitud de los desafíos.

Ante esto, cualquiera diría: "para responder con éxito a esos retos la UdeG estará ejerciendo este año un presupuesto de casi 6 mil 200 millones de pesos". Lo que no consideran es que atiende al 51 por ciento del total del alumnado de Nivel Medio Superior en Jalisco, al 46 por ciento de Licenciatura y al 26 por ciento de quienes cursan algún Postgrado; y que, tan sólo en Investigación Básica y Aplicada, destina poco más de 4 millones de pesos de lo que el Gobierno federal y el estatal, cada uno por separado, le invierten a esa actividad en esta entidad. En materia de difusión cultural, los resultados son mayores a los recursos invertidos en gasto corriente: menos de 200 millones de pesos (el 3 por ciento de su presupuesto total), sin considerar la inversión en infraestructura y la realización de obras y proyectos que, más que un gasto, son una inversión recuperable a largo plazo, que además dejará las propiedades como activo.

No es exagerado decirlo: sino fuera por la UdeG, la actividad cultural desarrollada en Jalisco con fondos públicos sería prácticamente inexistente y haría nugatoria la oportunidad de que los jaliscienses pudieran disfrutar de esos eventos sin tener que acudir, incluso, a otros países para presenciarlos.

Por ello, más que un razonamiento con fundamento, perece una exageración afirmar o sugerir que por la inversión realizada para construir el Auditorio Metropolitano "50 mil estudiantes vieron frustradas sus aspiraciones de encontrar un espacio en las aulas universitarias", cuando rechazados siempre los ha habido; y no es posible demostrar estadísticamente que sus porcentajes, con relación a los aspirantes o con los admitidos, se hayan disparado en los calendarios "B" desde al inicio de su edificación.

Si a esas vamos, critíquese también la inversión de la Universidad en investigación científica, en formación y actualización de su planta docente, en publicaciones, en becas, y dediquémonos todos única y exclusivamente a atender la demanda de ingreso y a dar clases, pues, en esa lógica, los rechazados también se deben a esos "gastos". En vez de preguntarse ¿por qué la UdeG destina recursos a esas actividades?, mejor deberíamos cuestionarnos: ¿qué sucedería? y, ¿qué sería de nuestro Estado, si la Universidad no lo hiciera así?

La UdeG es una institución pública de Estado, pero no es el Estado mexicano. Permítaseme el símil, pero, con las actividades que ésta realiza sucede lo mismo que con la credencial de elector y el IFE: la credencial se carga al presupuesto del organismo electoral y el Gobierno federal se releva de la responsabilidad de crear y sostener una Cédula de Identidad Nacional. A la UdeG se le deja la mayor parte de la responsabilidad en materia de difusión cultural, investigación científica, Educación Media Superior y formación de recursos en el Estado, y luego se le exige satisfacer la totalidad de la demanda educativa, sin que se le otorguen recursos suficientes para lograrlo; o bien, se le critica porque dedica parte de su presupuesto al desarrollo de sus otras funciones sustantivas, en las que los Gobiernos poco o nada invierten. Pereciera como que estos críticos quisieran ver a la UdeG convertida en una gran "Academia Lucita" de carácter público, que sólo se dedicara a la docencia y diera cabida en sus aulas a todo aquel que lo solicitara, aun a costa de la baja en la calidad en sus funciones. Sinceramente, esto no es sostenible: el presupuesto se otorga con base a indicadores de desempeño y calidad, y no sólo en función del número de alumnos. Podría atenderse toda la demanda y no por ello obtener mayor subsidio, sino hasta una reducción, por el demérito de la calidad.

El problema de los aspirantes rechazados en el Nivel Superior, y especialmente en el Medio Superior, no se debe a que la UdeG haya tomado recursos destinados a esas funciones para dedicarlos a otras que nada tengan qué ver con el cumplimiento de sus misiones sustantivas, sino a que el subsidio federal no sólo no se ha incrementado en la proporción que debiera, sino que hasta ha disminuido de manera continua desde 2001 a la fecha. Es cierto que existen rechazados, pero los criterios de ingreso son objetivos y transparentes. Nadie está ocupando en la UdeG un lugar que no se haya ganado por su esfuerzo y méritos.

Pero, veamos también al menos una parte del "lado iluminado de la Luna": a nivel nacional, la UdeG es la segunda institución de Educación Superior pública o privada con mayor número de programas educativos acreditados; la segunda con el mayor número de cuerpos académicos consolidados; la cuarta con el mayor número de profesores miembros del Sistema Nacional de Investigadores; y la segunda con el mayor número de docentes con perfil Promep (Programa del Mejoramiento del Profesorado) reconocidos por la SEP. Además, organiza la feria internacional del libro más importante del habla hispana; y recientemente fue evaluada como el Organismo Público Descentralizado más transparente en el Estado, de entre 51 considerados.

No obstante estas evidencias, la UdeG no está como debiera, aún falta mucho por hacer, pero tampoco se puede "tapar el sol con un dedo".

docjhurtado@hotmail.com


http://www.mural.com/editoriales/nacional/386/770521/

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